Paz de Tuberías
Era una de esas frases absurdas que vaya uno a saber por qué terminaban teniendo sentido. Como si en las dóciles y obedientes cañerías de la casa siempre hubiese una actitud colaboradora, mansa, amable.
Imposible saber a esta altura si algo de todo eso hoy serviría para salir disparado hacia algo mejor, a una verdadera paz de cañerías, algo así como al sueño merecido, a las verdaderas vacaciones del alma, las que permitieran ir cicatrizando los dolorosos cortocircuitos de la enorme vigilia del 2006 que aun pesan en el morral no ventilado ni venteado del que debe seguir con los ojos abiertos.
Recuerdo la imagen de unos niños bañándose en el chorro de un grifo gritón y amarillo bajo el sol de Quilicura por allá por el dosmiluno o dosmildos, mientras yo pasaba en mi auto apurado.
No se por qué.
Paz de Tuberías.
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