sábado, septiembre 25, 2004

NO SE QUE DECIR



Estoy en blanco, pero me sale escribir de vicio. Es sábado y hoy pasarán los minutos sin estorbos, no se, creo que después del esfuerzo escénico, de la semana de estudio y lectura el stress de vuelta me da de zapatazos, pero no importa.
Hoy me estaba acordando de otro tiempo de cuando era un despreocupado y me extrañó descubrir que eso pasó hace diez años, ya casado pero sin hijos. Creo que mis primeros años de matrimonio fueron de un hedonismo caballuno. Creo que no pensaba demasiado en el futuro y creo haber sentido que debía dejar que la barca se fuera con el rio. Duró pocazo, hasta que nació mi hija, o sea un par de añitos en que no había nada demasiado importante que hacer o decir. Aunque estaban mis diarios de la época, anotados en formato .txt, en el viejo mac con que trabajaba entonces y que la depre me visitaba con regularidad, siento que era un irresponsable enfocado en que todo se "sintiera bien". En fin, los años que viví en Peñaflor fueron muy buenos también, lindo lugar, tan piola entonces, con olor a leña en invierno y con campanadas de media tarde en verano. Me recuerdo comprando en el supermercado a una cuadra de la Plaza (¿cómo se llama? no el San Francisco que es más nuevo, no) helado y crema chantilly para hacer café helado un viernes caluroso después del laburo y un aire de otro tiempo trayéndome las camapanas de la iglesia y el ruido de los pájaros, o las siestas de Peñaflor que fueron quizás las mejores de mi vida, el pan de la panadería con carros de metal, mi hija de dos años, la autopista del sol. Un poco agotador pero muy hermoso.
No se porque anoto esto, para cerrar un poema que se me apareció (1998) manejando de Peñaflor a la pega:

Santiago Húmedo

Vivo a 40 kms
de Santiago,
cada día es una fuga
verde metálica
son autos y autos,
es asfalto negro,
es neblina
y una radio,
es el sol levantándose
contra mi cara
adormilada,
es un pie en el acelerador
y una mano
en el volante,
Santiago es la bienvenida
húmeda y gris
el Matadero, la Estacion Central,
el Parque Almagro,
la iglesia de Los Sacramentinos
que es una copia de los
Sagrados Corazones de París,
es neblina chilena
hedionda a diarrea santiaguina
a smog,
a Eternity, a gasolina,
es la cordillera de los Andes
nevada en medio
del humo y de los ruidos

O esto otro de 1995...

26 de junio de 1995

Siempre es una forma de saber vernos detrás de tanto cuento sin asunto, siempre son las cosas que siguen pendientes y los recuerdos, este ahora nos va reduciendo, nos va adhiriendo una pesada capa de hastio, una suerte de caminata entre las micros de todos los días, una forma de respirar con asco lo que parece ser y no termina de ser, las mismas palabras describiendo las mismas situaciones, los conceptos más pobres que los letreros de las micros, el metro lleno de gente, de abrigos y pesados perfumes caros y baratos, atroz como el yogurt soprole tibio de todas las dos y media de todos estos días, estoy cansado, tal vez mas bien apático, tal vez torpe en decir lo que tengo demasiado poco claro, Mein Gott sencillamente las palabras están demasiado esquivas, demasiado demasiado. Pero que crestas es todo esto sino un desesperado grito al cielo, un acongojado rugido de hambre, un calambre rebelde y odioso que pide divinidad, que pide sentido, que pide ayuda, ayuda
Dios, siempre creo que vas a oirme
siempre pienso que vas a responder en tu lenguaje
con tu intrincado sistema de estrellas
y boletos de micro,
Dios mio, tú que celebras el vino
y el pan, donde estás realmente,
que frase articulan estos gestos infinitos
los dedos que recogen monedas en una ventanilla,
los pies que se sacuden en la puerta, las estrellas
que caen, los besos y las nostalgias,
las canciones malas y baratas
que se cantan por millones,
Porqué tu silencio es tan largo,
porque los milenios esconden las palabras
y esconden los significados,
detrás de tanta acumulación de días, de actores,
de noticieros, de papel sucio, de lápices
gastados, de disquetes desarmados,
que nos quieres decir,
ahora que estamos más solos que nunca.