la realidad y la monedita de oro
La realidad, la que no se deja poner nombres es muy rara.
Hoy resucitando un poco de la amargura me dejo llevar en esta placidez en la cual mi hijo canta una canción de unos olvidados y olvidables argentinos (bueno no se, a mi me gustan algunas canciones), mi hijo y mi hija cantando en el auto: "...ciudad de brujas y de asfalto, un puerto sin salida al mar, si navegar es tan preciso hoy voy a sentarme en el bar a viajar, perdiendo el tiempo..." etc. Me dejo llevar con los ojos entrecerrados apretando la mano de mi mujer que dulcemente me aprieta un dedo.
La realidad es que mañana volvemos a Talca, ciudad que de a poco aprecio y que al mismo tiempo me atemoriza, digamos con esa soledad incomunicada e incomunicable que me exilia en habitaciones anónimas y controles remotos aburridos. Pero hoy la clase se dejó llevar cómodamente por los tópicos que me ocupan y desazonan de mi profesión rara, como encendida.
Pero quiero que me dure un poco.
Autorreferente y todo se que escribo porque me da la gana, tal vez eso me justifica, pues por otro lado las declaraciones que leía en Flores acerca de subirse al carro de los blogs o morir en el intento me asombran.
El blog es una herramienta, cosa que quizás nos convierte en monos de Kubrick lanzando huesos al cielo. Mi blog es un fin en si mismo, este al menos, es un acto de soberana libertad, de soberano albedrío, de iluso albedrío quizás... pero nunca he dicho que sea monedita de oro. No confío en las moneditas de oro. Que aquí no ha nacido naiden con una estrella en la frente decía la Violeta y yo acato avergonzado.
Un puro presente: la once en la mesa, el olor del pan,las voces de mi familia.
¡Qué cul, puse el título todo en bajas (minúsculas)!
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