domingo, junio 10, 2007

Quiero ser ABC1

Entonces con los años y las costumbres y uno que otro prejuicio interpolado inconscientemente, uno empieza a creer en las categorías, en las clasificaciones simplificadoras, en el pan pan vino vino que casi siempre esconde creencias podridas o insights maravillosos (así de culeaditos somos).
Como decía Malcolm Gladwell en los dos segundos de la primera impresión se juega casi todo, aunque mucho de ello no ocurra más que como una refrendación, una validación de nuestra pobre percepción sumada a nuestras limitadas creencias acerca del mundo y de las cosas.
Desgraciadamente no sirve de mucho ser tan criterioso y tan delicado, cuando un mundo de gente con poder o con desprecio por los derechos (ya sean poderosos empresarios desconectados del mundo o delincuentes matones para quién sólo eres una mosca en el camino) está conectada con sus blink’s seconds y ¡toma! Eres parte de una de las categorías enjuiciadoras de quien te tocó por delante.
El pobre amargado ve ricachones sin derecho a serlo en cada auto caro o en cada casa mejor que la suya. El acomodado ve rotos o clases de medio pelo en cada gesto, marca o actitud símbolo. Los encargados de marketing de las empresas ven clasificaciones por GSE* y comienzan a decir, a interpretar que piensa una persona que gana entre 70 y 250 lucas, o que sueña una familia de ingresos entre 600 lucas y un millón y medio.
Hay demasiado prejuicio y subjetividad en esos diagnósticos reduccionistas y simplistas.
Me imagino que por razones así los tecnócratas y políticos que les tocó inventar el Transantiago no fueron capaces de ponerse en el pellejo de nadie excepto del encargado del presupuesto y de sus jefes jerárquicos.
Como me decía un amigo el otro día, los criterios simplistas a fin de cuentas terminan ayudando a decir obviedades y generalidades que no emocionan ni mueven a nadie, es cosa de ver y oír la comunicación política, su despersonalización su insinceridad, su vocación por la mentira institucional por sobre la búsqueda de la verdad, su relativismo desprovisto de pasión y de tripa. O ver la comunicación corporativa de las empresas, donde todas son líderes, todas son dinámicas, todas cercanas, amigables.
Puro bull shit refrendado por la necesidad de verse y proyectarse exitosos.
Recuerdo American Beauty, en ese diálogo de la esposa de Lester con el “rey de las propiedades” (su amante) donde se dice “para ser exitoso debes proyectar una imagen de éxito todo el tiempo”.
Y hace rato, años, que la gente ya no le cree a alguien o algo sólo por que la publicidad o los medios lo digan. Menos aun cuando estos hablan convencidos de que usted, tú o yo pensamos lo que pensamos por ganar tantas lucas o tener tal auto o vivir en tal barrio.
Influirá lo que tenga que influir, pero en el fondo de nuestros corazones, como decía la biblia ¿dónde está nuestro tesoro?

*Grupo Socio Económico (ABC1, C2, C3, D y E).

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