La berenjena asesina
Redescubrí las berenjenas hace poco tiempo, quizás por culpa de su mala prensa y de que mi padre las odiaba, nunca fui muy amigo de este fruto de forma tan burdamente erógena. Sin embargo cierta salsa y ciertos ravioles alegremente comidos en una esquina inolvidable de cierta noche de frío polar, las volvieron a poner en la dieta básica de este amigo de la cocina y los vegetales. Así que en este trámite me convertí en un adicto a las berenjenas y fin de semana por medio hay algo con berenjenas en mi mesa. Tanto es así que mi amigo Luis y su mujer se han preocupado de presentarme alternativas culinarias cada vez que piso su casa. Si bien en honor a la verdad este fervor no es compartido por mi mujer ni por mi hijo, mi hija mayor se ha convertido a esta nueva fe, a este verdadero berenjenal. Así es como hace un par de semanas escogiendo unas lindas berenjenas en el supermercado cometí la torpeza de tomar el dichoso fruto por el tallo, enterrándome bajo la uña de mi dedo índice derecho una minúscula púa, que con el paso de los días se ha transformado en un granuloma asqueroso y molesto. No obstante lo anterior las berenjenas asadas me quedaron divinas. Lo cierto es que ha corrido mucha sangre entre aquel pinchazo inicial y este vendaje que protege mi índice, espero hoy en la tarde haberme librado del granuloma y por cierto ¡nunca tomen una berenjena por el tallo!
Etiquetas: Vivencias Hogareñas
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