Día del Padre, mi padre, la gripe y la evolución
De pronto se quisiera hablar desde un punto que no fuera el ser quien uno es.
De pronto el que escribe escribe para tratar de hacer ver o tratar de entender eso que no puede. Pajas infinitas para un modesto blog que de seguro leen dos o tres incautos. No me quejo, es apenas una forma más de estar aquí, de hacer saber que no estoy muerto o que las caprichosas neuronas gustan de decir y hacerme decir cosas que no se si siento, como si el ejercicio del lenguaje ocurriera por fuera de mí y de mis problemas, del reflujo de mi hija, de mi tos, de la tos de mi hijo y los gustos musicales de mi hija mayor.
En fin, la gripe me ha dejado anclado a la casa en día sábado de cumpleaños del hijo mayor de un gran amigo, pero para allá fue la familia y yo solito sorbo mis mocos y tolero mi dolor de cabeza escribiendo, oh paradoja.
Una extraña sensación habita este templo que no seré capaz de reconstruir al tercer día. Es en parte mirarme al espejo y acusarme de ineficaz. En parte abofetearme cansado de abofetearme. Es también la gripe, la maldita soledad, el estrés de este 2007 tan inestable, duro y cansado. La falta de una buena y merecida vacación, ¿merecida?, ¿quién merece qué?, ¿seré yo, señor?. Es la gripe, o andar con pijama y con ropa encima, la falta de una buena ducha, la penumbra y la falta de palmaditas en la espalda, o será el día del padre sin padre, en que no se por qué no me siento protagonista, yo el padre de tres hijos, éste que escribe pelotudeces depresivas porque si. Y no le importa.
Sólo que a veces sueño con mi padre y no puedo olvidar, no quiero olvidar el modo triste en que no pude decirle adiós y sólo le dije “hasta mañana, hasta mañana viejo”, y hoy pienso que ese mañana quizás llegue o quizás no, y si no llega nunca más nos veamos, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más padre mío ¿te das cuenta?.
Aunque yo te vea papá en mis sueños y nos abracemos, aunque me ponga tu chaqueta y maneje tu auto, puede pasar que te fuiste y todo eso sencillamente pasó, punto, es pasado, fue y se esfumó, excepto en la memoria porfiada de tu hijo menor, en la que todo sigue donde lo dejamos. Y puede ser que nunca supiste de mi hija menor, que se parece a ti cuando se ríe, que lo único que me queda de ti son los genes, el recuerdo y tu nombre, tus talentos, tu ayuda, tu mano en mi memoria que se rehúsa a olvidar.
Mierda de día del padre, todos los huevotes gastando promedio 25.000 pesos en regalos como también yo en su momento, que partía a comprarte tonteras nunca se supo para qué, como excusa para estar contigo, porque de seguro nunca quise dejar de ser niño, nunca quise ser más que tú, nunca quise vivir otro mundo más que el que habitábamos en nuestra casa, en Maipú, sin estas malditas dioptrías, sin estas malditas canas que no puedo ni quiero esconder, sin las putas deudas cochinas conchasdesumadre que me abruman y persiguen.
Pero esta es la vida, hace un año y cinco meses que moriste, que te enterramos dentro de una caja de madera y ese día se acabaron para mi los días del padre y sus Falabella, Ripley, Paris, malls y chucherías. De seguro lo que quedó de ti, lo que dejamos en ese hoyo de cemento y tierra, ya no se parece en nada al personaje que me hacía curaciones y comidas, al que me escuchaba con un poco de ironía y se reía de todo, al que pintó conmigo esta casa en que vivo, al tontorrón orgulloso y espantosamente simpático que hacía reír a las vecinas y a mi nana.
Volví sólo una vez al cementerio, aunque el día que tu cadáver se quedó ahí te acompañé hasta el último segundo en que te dejaron caer, en que dejaron caer esa cosa que ya no eras tú, que no eres tú. Y no hay día que no piense en ti y me diga, un día me tocará a mí, a mis hijos, a mi madre, a mis hermanos, a mis amigos. Y siento un poco de rencor con esta vida de mierda, con la fe y la esperanza, con dios y con la infancia ¿por qué chucha tuve que quererte tanto, por qué mierda mis hijos (y espero mi mujer también) me quieren tanto y yo los quiero a ellos si esto se va a acabar, y entre medio de seguro la pasaremos como el hoyo, sufriendo por las enfermedades, por la falta de plata, por la falta de descanso, porque un día amanecimos con el pie izquierdo, o un día hubo un principio de celos u otras huevadas?, ¿debemos consolarnos recordando las “cosas buenas”, y los “buenos momentos” para que un día, por que resulta que los genes, o la contaminación, o la medicina, o la gastritis te instala un cáncer y te tengas que ir dando pena, como un estropajo, sin poder moverte, hablar ni cagar?
Día del padre, yo ahora soy el padre de mis tres hermosos hijos. Y no quiero, no quiero placebos, no quiero endulzar el amargo sabor que me trae la gripe y el día del padre. Odio tener que amarlos tanto sabiendo que esto se va a acabar, que cualquier día, por cualquier motivo, cualquier capricho de la naturaleza, un virus, un alud, un terremoto, un avión mal tripulado, un chofer ebrio, o distraído, una bala delincuente o policial, una bacteria, un cáncer, el propio cuerpo acusando su imperfección nos va a separar y alguien que ya no seré yo se preguntará por qué. Y será lo de siempre, la evolución, la reproducción de mecanismos más aptos para la supervivencia de la especie, mis abuelos en mis padres y ellos en mis hijos y yo en mis nietos, así hasta el colapso de la especie. Todos llenos de amor, de engañoso, doloroso y maravilloso amor.
Vivir es morir, ja, media novedad.
Si hay otra vida, si del otro lado del ocaso veremos arquetipos y esplendores, entonces nos reiremos juntos de todo lo que pasó y de estas palabras agripadas y resentidas.
Si no la hay, hay algo mal en todo esto y no se qué es, dios.
De pronto el que escribe escribe para tratar de hacer ver o tratar de entender eso que no puede. Pajas infinitas para un modesto blog que de seguro leen dos o tres incautos. No me quejo, es apenas una forma más de estar aquí, de hacer saber que no estoy muerto o que las caprichosas neuronas gustan de decir y hacerme decir cosas que no se si siento, como si el ejercicio del lenguaje ocurriera por fuera de mí y de mis problemas, del reflujo de mi hija, de mi tos, de la tos de mi hijo y los gustos musicales de mi hija mayor.
En fin, la gripe me ha dejado anclado a la casa en día sábado de cumpleaños del hijo mayor de un gran amigo, pero para allá fue la familia y yo solito sorbo mis mocos y tolero mi dolor de cabeza escribiendo, oh paradoja.
Una extraña sensación habita este templo que no seré capaz de reconstruir al tercer día. Es en parte mirarme al espejo y acusarme de ineficaz. En parte abofetearme cansado de abofetearme. Es también la gripe, la maldita soledad, el estrés de este 2007 tan inestable, duro y cansado. La falta de una buena y merecida vacación, ¿merecida?, ¿quién merece qué?, ¿seré yo, señor?. Es la gripe, o andar con pijama y con ropa encima, la falta de una buena ducha, la penumbra y la falta de palmaditas en la espalda, o será el día del padre sin padre, en que no se por qué no me siento protagonista, yo el padre de tres hijos, éste que escribe pelotudeces depresivas porque si. Y no le importa.
Sólo que a veces sueño con mi padre y no puedo olvidar, no quiero olvidar el modo triste en que no pude decirle adiós y sólo le dije “hasta mañana, hasta mañana viejo”, y hoy pienso que ese mañana quizás llegue o quizás no, y si no llega nunca más nos veamos, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más padre mío ¿te das cuenta?.
Aunque yo te vea papá en mis sueños y nos abracemos, aunque me ponga tu chaqueta y maneje tu auto, puede pasar que te fuiste y todo eso sencillamente pasó, punto, es pasado, fue y se esfumó, excepto en la memoria porfiada de tu hijo menor, en la que todo sigue donde lo dejamos. Y puede ser que nunca supiste de mi hija menor, que se parece a ti cuando se ríe, que lo único que me queda de ti son los genes, el recuerdo y tu nombre, tus talentos, tu ayuda, tu mano en mi memoria que se rehúsa a olvidar.
Mierda de día del padre, todos los huevotes gastando promedio 25.000 pesos en regalos como también yo en su momento, que partía a comprarte tonteras nunca se supo para qué, como excusa para estar contigo, porque de seguro nunca quise dejar de ser niño, nunca quise ser más que tú, nunca quise vivir otro mundo más que el que habitábamos en nuestra casa, en Maipú, sin estas malditas dioptrías, sin estas malditas canas que no puedo ni quiero esconder, sin las putas deudas cochinas conchasdesumadre que me abruman y persiguen.
Pero esta es la vida, hace un año y cinco meses que moriste, que te enterramos dentro de una caja de madera y ese día se acabaron para mi los días del padre y sus Falabella, Ripley, Paris, malls y chucherías. De seguro lo que quedó de ti, lo que dejamos en ese hoyo de cemento y tierra, ya no se parece en nada al personaje que me hacía curaciones y comidas, al que me escuchaba con un poco de ironía y se reía de todo, al que pintó conmigo esta casa en que vivo, al tontorrón orgulloso y espantosamente simpático que hacía reír a las vecinas y a mi nana.
Volví sólo una vez al cementerio, aunque el día que tu cadáver se quedó ahí te acompañé hasta el último segundo en que te dejaron caer, en que dejaron caer esa cosa que ya no eras tú, que no eres tú. Y no hay día que no piense en ti y me diga, un día me tocará a mí, a mis hijos, a mi madre, a mis hermanos, a mis amigos. Y siento un poco de rencor con esta vida de mierda, con la fe y la esperanza, con dios y con la infancia ¿por qué chucha tuve que quererte tanto, por qué mierda mis hijos (y espero mi mujer también) me quieren tanto y yo los quiero a ellos si esto se va a acabar, y entre medio de seguro la pasaremos como el hoyo, sufriendo por las enfermedades, por la falta de plata, por la falta de descanso, porque un día amanecimos con el pie izquierdo, o un día hubo un principio de celos u otras huevadas?, ¿debemos consolarnos recordando las “cosas buenas”, y los “buenos momentos” para que un día, por que resulta que los genes, o la contaminación, o la medicina, o la gastritis te instala un cáncer y te tengas que ir dando pena, como un estropajo, sin poder moverte, hablar ni cagar?
Día del padre, yo ahora soy el padre de mis tres hermosos hijos. Y no quiero, no quiero placebos, no quiero endulzar el amargo sabor que me trae la gripe y el día del padre. Odio tener que amarlos tanto sabiendo que esto se va a acabar, que cualquier día, por cualquier motivo, cualquier capricho de la naturaleza, un virus, un alud, un terremoto, un avión mal tripulado, un chofer ebrio, o distraído, una bala delincuente o policial, una bacteria, un cáncer, el propio cuerpo acusando su imperfección nos va a separar y alguien que ya no seré yo se preguntará por qué. Y será lo de siempre, la evolución, la reproducción de mecanismos más aptos para la supervivencia de la especie, mis abuelos en mis padres y ellos en mis hijos y yo en mis nietos, así hasta el colapso de la especie. Todos llenos de amor, de engañoso, doloroso y maravilloso amor.
Vivir es morir, ja, media novedad.
Si hay otra vida, si del otro lado del ocaso veremos arquetipos y esplendores, entonces nos reiremos juntos de todo lo que pasó y de estas palabras agripadas y resentidas.
Si no la hay, hay algo mal en todo esto y no se qué es, dios.
Etiquetas: Vivencias Hogareñas
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