Ni siquiera alcanzar a entender si tiene sentido
Anoche acaricié las manos de mi tía abuela, a quién los años y su deterioro han reducido a una abuelita sonriente que reposa mirando pasar la vida, sin que el resto sepamos si entiende algo, si sabe que pasa pos su cabeza, o como le pasa a mi bebé más pequeña, percibe un mundo sin entenderlo del todo. Su última infancia.
Sentí la tristeza del fin de un capítulo, las salidas en las Yarur Sumar, un estofado de porotos verdes, el yaco y el punto, su risa, sus billetitos arrugados que me daba cuando la visitaba en el Quisco, sus chistes, su buen humor. Como dijo Cortázar: "...y a lo mejor poco a poco un día estaremos otra vez juntos tía y será tan hermoso decir... ahora nos vamos al centro y nos compramos un helado el mío todo de frutilla y el de usted con chocolate y un bizcochito."
Después me chocó un transantiago y dejó dos puertas del auto abolladas.
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