jueves, mayo 22, 2008

Puta lluvia, cómo me gusta que el agua me lave la cara
los brazos, el cuello, que el agua
vuelva a ser amiga. Cómo me gusta pensar que esta agua
que se mete por las rendijas del techo
que se aposa en el patio, que me acompaña y me achica,
se va a llevar todo, todo
lo que me anuda a esta carne en plena paralisis,
a ese reflejo pasmado que me mira en el baño,
en el pasillo, en el computador apagado.
Puta putisima lluvia de otoño
En la que veo nitidamente la danza
que lava y perdona, la que pone todo en orden, la que
empieza al mismo tiempo que
despierto, o me duermo
retorcido, como un alambre a la corteza del árbol
y miro, ojos muy abiertos
el revés de esta lluvia de ojos
apretados