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Vengo llegando de Bariloche -en plan aniversario de matrimonio (12 años)-, vi el partido de Argentina y Uruguay en un restorán donde tomábamos cerveza Quilmes, tónica Paso de los Toros y exprimidos de naranja, ravioles de salmón y pizzas de 1/2 metro ¿vio?.
Y aun guardo la sensación tan agradable de estar metido casi en donde no te llaman, el Uli contando su vieja historia de fútbol en que él y un amigo calladitos aguantaban en Buenos Aires el "chileno hijo de puta, la puta que te parió" que cantaban 70 mil argentinos y su desquite años después cantando "argentinos hijos de puta... la puta que te parió" en el nacional. La mirada del tio de la mesa de al lado cuando haciendo un balance decíamos que había sido un buen día y que más aun nos regalaba la goleada de 4 a 2 de la "albiceleste" ante los uruguayos. Que en la matemática nos convenía un Uruguay goleado y una Argentina vencedora.
En reírnos. Con pocas lucas tuvimos un fin de semana surtido en librerías y chocolates, poleras y bife chorizo.
Creo que mis reparos ante los argentinos se detuvo o se vio anulada por la hospitalidad y la onda de los argentinos del sur, sus gatos gordos, sus perros y la hipercalefacción y la lluvia finita. La conversa con cualquier garzón es más entretenida que la de muchos gerentes y académicos chilenos, la cerveza no es muy buena es cierto y el vino cuesta entenderlo bien, pero de supermercado en supermercado nos nutrimos de matambres, ravioles y ayuyas con manteca.
Sencillo y reconciliador. Chilenos y argentinos somos la misma gente bajo la férula de una economía política que nos hace rivales, pero bajo la misma cruz del sur, respirando el humo de la leña en el viento sur de los lagos patagónicos y la cordillera de los Andes, no sentí ningún remordimiento de comprar la obra completa de Borges, un compilado de Bioy Casares y los cuentos completos de Cortázar.
Gracias Argentinos y Chilenos por el empate, somos la cola huacha del sur, no importa que digan Kirchner o Walker...
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