martes, enero 31, 2006

¿Quién le tiene miedo al lobo?



Lo estabas pasando mal y nos dolía verte mal, papito tú que nos diste tanta alegría, tantas manos en tantos momentos. Papá, papito, magaña, magañín. No sé porque escribo esto acá si ni siquiera veo las teclas y me se me empañan los ojos, te echo de menos y te ando viendo en todos lados, quisiera que hubiera un teléfono en que tu voz inconfundible, tus bromas, tus consejos, tus retos me hicieran un poquito de compañía. Dejaste un hermosa familia, buenísimas personas, montañas de cachureos, dejaste tu amor y tus recuerdos, y si estás por ahí, si donde estás se leen blogs, me ves en este computador agachado y con los ojos rojos, quiero que sepas que nada jamás va a llenar tu espacio, que los 36 años que pasé contigo son gracias a ti, que tantas cosas son gracias a ti. No eras sentimental, te reías, te enojabas, yo siempre me sentí tan niño a tu lado, que no se que más decirte. Estoy tan triste pero por tu causa fui tan feliz que no me queda más que decirte hasta mañana viejo, viejou, mi viejou, hasta mañana.

Mi padre abandonó este plano el día sábado 28 de enero, a las 14.30 sólo en compañia de mi madre con quien compartió 50 años de vida. Desde hacía 6 meses el viejo sobrevivía a un cáncer gástrico que se lo llevó a los 72 años de vida.

Etiquetas: