Metro, Barthes y un pisco sour
Ese día venía todo mojado, el aire que se colaba al vagón del metro helaba a ráfagas mi cabeza de pocos pelos, entonces vi al tipo que iba del otro lado de la puerta corredera sacar la lengua, una lengua digna de kiss, una lengua parecida a la que nos trajeron a la mesa en "el hoyo" de Estación Central. Estupor es la palabra y un grado de extrañeza acerca de ese adminículo anatómico en posesión de un tipo mechas de clavo, de un metro setenta cuando mucho, cercano o sobre los cuarenta, panzón y con pinta de funcionario de banco. o algo así..., la culebra luminosa del metro entraba a otra curva y la perspectiva fascinante de los vagones ondulando me puso en el presente, el tipo con pinta de estudiante con el pelo duro y brillante como futbolista, mi cara en el vidrio antes de bajar en Tobalaba, mis años, los años que han pasado. Que más decir que no suene a epitafio a esta hora en que valdría más concentrar fuerzas y sacarle el jugo a Barthes que ya cercano a su muerte me habla del studium de la fotografía (photographie), de que a sus años todo influye y me lo dice hace veinticuatro años advirtiéndome del peligro de lo unario, hoy cuando el poder es unario ¿o debiera decir cavernario?... no se porqué mi mujer llega hasta aquí y me sirve un pisco sour, como diciéndome haz lo que has decidido hacer ¡pero rápido!
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