viernes, enero 28, 2005

Viernes que despide a enero



Como se va enero, monstruoso dejar que se venga de nuevo el año, que el verano, que este Santiago desocupado ya sólo esté ocurriendo en el pasado "que es la estación (nadie lo ignora) más propicia a la muerte" como dijo Borges alguna vez.
Mi gato duerme hecho una pelota sobre la silla roja al lado de este mueble donde reposa el computador y me pongo a escribir esto antes de seguir con lo otro...
Anoche soñé perdido por un barrio que debía ser Mapocho, el Mercado, la ex Cárcel Pública, la Estación Mapocho como me imagino debió ser cuando yo era chico y por ahí hasta había un mercado de cachureos, sólo recuerdo del sueño que debía ser navidad o año nuevo, que había pocos locales abiertos, recuerdo filas y filas de gentes tratando de entrar a la Cárcel y yo zafando entre la multitud, pensando en como llegar a mi casa. Recuerdo a la Milca Suárez que me ofrecía un completo (hot-dog, pa' los no letrados) en la entrada de una galería desierta, su uniforme tipo mcdonalds, recuerdo las veredas con esa baldosa a rayas típico de las calles antiguas, recuerdo ver pasar micros y buses que se que no me sirven, veo de pronto de lejos la Plaza de Armas y pienso en ir y tomar un taxi. Hasta ahí el sueño, pero lo anterior es recurrente, esa zona donde la Norte Sur se cruza con Balmaceda, yo veo siempre casas viejas (muy viejas) como las que uno encuentra de pronto sólo en provincia, veo estación de trenes y la cárcel, como hoy se ven esos galpones del Bio Bio (el persa, ustedes cachan). Se me repite ese nudo, y la pasada de los trenes.
y, ahora que me acuerdo, también haber caminado entre hermosas casas antiguas, como algunas pocas que aun sobreviven cerca de Brasil o Yungay (los barrios) o en Dieciocho (la calle). Stop.
Luego soñé haciendo clases en una sala en forma de L. Yo debía desplazarme de un lado al otro para hacerme escuchar, pero el desorden era tal que cuando llegaba a un lado el otro hacía un barullo atroz, eso me obligaba a subir la voz, más y más, al punto que me salía un graznido en lugar de voz y empezaba a hablar como futbolista o como fotógrafo de la cuarta (el diario popular, influencia Zamorano-Ruz-y el otro). Desesperación, imposible seguir, desperté.
¿Habrá sido el guacamole?