miércoles, enero 12, 2005

Na-Da

Que calor. Madre mía que calor. Luego de un día de reuniones docentes, de diplomado y aire acondicionado, el día parece metal derretido. Camino una cuadra bajo el sol y mi cabeza casi rapada arde como una plancha de zinc bajo el verano del desierto. A veces recuerdo que tenía cosas que decir y que al decirlas ya no importan. Siutiquerías. Decir las palabras de moda por parecer cool o tener gustos por demostrar buen gusto. Hacerse el inteligente para posar. Decir cosas que no se creen ni sienten por caer bien. Decir que se es una cosa y ser otra. Mostrarse políticamente incorrecto porque se lleva. Decir que algo "la lleva". La onda. No tengo onda, mi onda es otra. ¿Existe?
Dos días después ya es viernes. Ayer la sensación del tiempo. Un cariño malo, un cariño de columpios bajo el sol. Hoy todo lo demás. El deber y la lata embotellada en la costumbre de ser uno mismo el que respira, viste y calza. Como calza mi cara en la máscara de la muerte roja. Y es así. Mañana tanto más. Hay tanto que hacer. No debiera escribir si ya no importa.