jueves, marzo 10, 2005

13:43



La imagen se transforma, la letra siempre, siempre dice algo más, todo habla más de la cuenta, del tiempo, de la ignorancia y el saber. Sufro pensando en que terrible mensaje porta esta cara, las letras del que porta esta cara, su cuerpo, su modo de hablar, sus hábitos y sus gestos.
La imagen de estas letras intransferibles.
Unas voces femeninas hablan de embriones congelados.
Y como siempre (cambio de lápiz) el precio y el costo son el argumento de toque, al menos la razón que gatilla algo, que gatilla y que dispara, como proyectil de dudas y de respuestas violentas, viscerales.
Así es como yo me siento. Así es como escribo, estacionado en una calle con sombra en Providencia.
A saber:

- El brillo del sol en la carrocería de un Fiat Palio gris.
- Un retrovisor que fugazmente me devuelve la nube roja de mi auto rojo.
- La cuneta amarilla, las hojas verdes en la esquina.
- La corteza blanca y rugosa del árbol de la otra esquina.
- Cables negros que emergen del árbol.
- los balcones con barandas, la reja verde.
- Un cielo celeste en un día de calor aburrido.
- El 760 de fierro negro sobre el celeste gris del muro.
- Motores que pasan, la radio.

La hora, las 13:43 de un jueves 10 de marzo del 2005.