Revolturas y mi abuela
Joder, joder con la jodida estupidez del fútbol, me aburrí del partido medio arrepentido de consumir tanta deliciosa pizza al son de un espectáculo tan como el culo

Yo sigo, perdido pero sigo, no se qué, pero sigo... ¿buscando direcciones en libros para cocinar?, saaale García y Mestre. Salgan argentinos invasores de mis neuronas chilenas.
Yo nací en una ciudad gris, en un hospital inexistente, cerca de la Alameda, antes de la UP, la Unidad Popular... Allende..., eso. Nací en una rivera del Mapocho diarreico, en el centro, casi en blanco y negro, casi con olor a parafina y a bistec de panita... ¿alguien aun comerá bistec de panita, como las que hacía mi abuelita, como las que almorzaba cuando la iba a ver a mis cinco o seis años?. Abuelita, ninguna Ouija te ha contado de mis recuerdos de ti, de tus limones, de las revistas de Disney, del día que te velaron en la calle Lira y que no pude dormir pensando en ti, que te habías ido y nunca me despedí.
Puta, viejita cómo fue que pasaron tantos años, tu último nieto todavía se acuerda de que eras viejita cuando yo apenas si sabía que todos vamos a morir. Un besito abuelita, tu hijo es el abuelo de mis hijos, tu nieto es el padre de tus bisnietos... ¿cómo era mi abuelo?, si nos encontramos preséntamelo o cuéntame de él, de ese italiano que hacía jaulas. Aun hay tiempo, hablemos más rato ¿vale?
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